Presentación
Este blog nace como canal para comunicar mi forma de entender y abordar el Tarot. Mi relación con el Tarot comienza desde que era muy joven. El Tarot me ha acompañado a lo largo de la vida, y he ido haciendo una prolongada reflexión al respecto de lo que es lícito pedirle y de lo que no lo es (en mi opinión). También del tipo de poder que uno maneja cuando hace una lectura de Tarot a otra persona, y de la necesidad de manejar dicho poder con un gran cuidado, contención y responsabilidad. No creo que nadie tenga la capacidad de adivinar el futuro. Estoy convencido de que hay personas que pueden tener intuiciones certeras de cosas que van a pasar, pero no pienso que puedan hacer uso de esta capacidad a voluntad, siempre que quieran. Tampoco creo que adivinar el futuro tenga demasiado interés para un camino de crecimiento en cuanto a la conciencia de nosotros mismos, y de las diversas energías que nos constituyen, en lo espiritual, mental, afectivo, instintivo, corporal, etc.
Entiendo el Tarot siempre como un medio de acceder a información que puede ser significativa para que la persona vea cosas de sí misma que no estaba viendo, o para que destaquen de forma clara aspectos que ella ya intuía, pero de una manera un tanto difusa. También para arrojar claridad a una situación, a una elección a hacer, a una decisión a tomar, a una relación con otras personas, etc.
En mi uso del Tarot procuro no hablar nunca de lo objetivo, siempre de lo subjetivo de la persona. Una situación es tal como la persona la percibe. Una pareja o un hijo es tal como la persona ve y vive a esa pareja o a ese hijo. Siempre vivenciamos la realidad que nos rodea y con la que nos vinculamos, así como a nosotros mismos, a través de una serie de filtros, que hacen que para nosotros eso objetivo adopte un valor y un significado determinados, de carácter siempre subjetivo. Y el Tarot puede ayudarnos a tomar más consciencia de cómo estamos viviendo una circunstancia o a otra persona con la que nos relacionamos, también de cómo nos estamos viviendo a nosotros mismos. Asimismo nos facilita detectar opciones que tenemos al respecto de esa situación o relación, o de nosotros mismos, que posiblemente no habíamos contemplado, o que, permaneciendo en una cierta penumbra de nuestra mente, no habíamos percibido con claridad.
Otra consideración importante es que el poder no está en el Tarot, ni en la persona que traduce su lenguaje simbólico a un lenguaje cotidiano; el poder siempre lo tiene la persona que hace la pregunta y que escucha la interpretación del intérprete. Es ella quien ha de examinar la información que le está llegando, y cómo esa información resuena en su interior, para desechar lo que no encuentre útil, o aquello en lo que no se reconozca, y acoger lo que perciba significativo y enriquecedor.
Veo el Tarot como un juego sagrado. Cómo un lenguaje hecho fundamentalmente de imágenes, que sirve para que la Gran Conciencia de la que formamos parte pueda comunicarse con la pequeña conciencia que experimentamos individualmente, encarnados en este plano físico, y sujetos a las limitaciones que ello supone. Y como un juego hay que tomarlo, no como algo grave, solemne e intimidante. Como un juego sagrado, eso sí, que revela una cierta magia operante, ya que la experiencia muestra que casi siempre la información que el Tarot saca a la luz resulta significativa y enriquecedora para la persona consultante, y congruente con la pregunta que ha formulado.
El procedimiento es simple. Hago una pregunta sobre algún tema vital vigente para mí en estos momentos, elijo las cartas al azar, y aparece una configuración de imágenes, que conforman una historia, o un conjunto de historias entrelazadas. Dejo que esa información vaya tomando forma en mi conciencia, y observo cómo me impacta, cómo resuena en mí, qué me aporta, qué me revela, de qué forma me reafirma en algo o me pone en cuestión, o me perturba. Vuelvo a recoger las cartas, las guardo, y sigo con mi vida, incorporando aquello de esa información que hace carne en mí, con lo que me identifico, y que pasa a formar parte de mis percepciones, elecciones y decisiones a partir de ese momento.
El Tarot se puede tomar como algo fundamentalmente simple. Sólo con los 22 Arcanos Mayores es bastante para disponer de una herramienta de reflexión y de consulta suficiente como recurso para incrementar la conciencia acerca de uno mismo, en relación a cualquier aspecto concreto de la vida. Por supuesto, se pueden incorporar los Arcanos Menores, se puede entrar en explorar las relaciones que es posible establecer entre las imágenes del Tarot y la Astrología, la Cábala, el I Ching, etc. También se pueden estudiar todos los diversos aspectos históricos del Tarot; dónde aparece por primera vez, cómo va evolucionando la forma de usarlo, las diversas versiones que van apareciendo, cómo movimientos esotéricos lo incorporan y recrean, etc. Todo esto se puede hacer, y va aumentando exponencialmente el cúmulo de información relacionada con el Tarot que está a disposición de la persona interesada. Se puede hacer pero no es necesario. Es de sobra suficiente profundizar en los significados simbólicos de las imágenes representadas en los 22 Arcanos Mayores, y en cómo esos significados se pueden articular en sus numerosísimas posibles combinaciones. Pensemos que 22 Arcanos combinados de 2 en 2 dan 462 combinaciones diferentes, 462 "frases" distintas compuestas por 2 Arcanos cada una. Combinados de 3 en 3 dan 9.240 "frases" diferentes. Combinados de 4 en 4 dan 175.560 combinaciones posibles. Con esto está dicho todo. Ya sólo los 22 Arcanos Mayores constituyen un lenguaje de una riqueza y complejidad impresionantes.
A la hora de usar el Tarot, uno se encuentra con la decisión de elegir qué tarot o tarots usar. Esto es algo muy personal. Hay a quien le gusta usar un solo Tarot, y personas a las que les gusta utilizar una variedad de barajas. Mi punto de vista es simplificar, ya que, cómo hemos visto, algo tan simple como 22 imágenes da lugar a una inmensa complejidad de combinaciones. Y más teniendo en cuenta que cada Arcano Mayor no tiene un significado unívoco, sino que alude a una multiplicidad de posibles significados, que forman parte siempre, eso sí, de un campo coherente con el núcleo arquetípico que la carta expresa. Mi elección personal es el Tarot de Marsella. Me gusta porque es de los primeros Tarots que, históricamente, se consolidan y se difunden ampliamente como lenguaje simbólico de interpretación. También es el que probablemente ha sido más usado a lo largo de la historia, y el elegido por muchos referentes insignes en el conocimiento y la interpretación del Tarot. A mí me agrada porque su autoría es anónima y porque ha pasado la prueba del paso del tiempo, con lo cual pasa a ser, de alguna manera, una expresión de la psique colectiva de la cultura occidental, y no la obra creativa de un autor individual, marcada de una forma más evidente por la configuración de su psique y por la naturaleza de sus creencias e intenciones. Me gusta el Tarot de Marsella, también, porque las imágenes que suelen asociarse con significados "negativos" (como la Torre, el arcano XIII, el Colgado, el Diablo o la Luna) carecen del dramatismo y morbosidad que exhiben las representaciones de otros Tarots más modernos. Considero que este tipo de representaciones pueden impactar negativamente las emociones e imaginación del consultante, y contaminar así una interpretación que puede no tener para nada un tinte tan "negativo" y sombrío como la imagen en sí parece sugerir.
Espero que las ideas sobre el Tarot que he madurado y elaborado durante años te puedan ser de alguna utilidad. Con este objetivo nace este canal de comunicación, el blog ALFONSO TAROT.
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